Pulcinella es un personaje y una máscara de la commedia dell’arte que ha sido utilizado en el teatro de títeres desde el siglo XVII. Los orígenes de Pulcinella son  polémicos. Si el personaje apareció a finales del siglo XVI y si su atuendo es el de los aldeanos de Acerra, cerca de Nápoles, descubrimos que tiene mucho de su antepasado el personaje Maccus, un bufón de las comedias latinas llamadas atelanas, ya que eran originarias de Atella (hoy en día, Aversa). Una estatuilla del siglo I a.C. (museo de Louvre) representa a Maccus, quien tiene apariencia y características físicas similares a las de Pulcinella: la joroba, duplicada en una barriga prominente y una gran nariz ganchuda. El sonido típico de Pulcinella – en el teatro de títeres un silbido producido por el pito o lengüeta (pivetta) –, su aspecto y su forma de caminar evocan a las características de un pollo, de lo cual proviene su nombre (pullicinello o pulcino) y se dice que nació de un huevo de pavo. Su origen rural es claro, pero Pulcinella se aclimató rápidamente a los barrios populares de Nápoles, de donde sacó sus gestos y en donde se convirtió en una figura emblemática. Si su origen es doble, tanto rural como urbano, su carácter también se presta a dos interpretaciones opuestas. Su representación en varios cuadros del siglo XVIII dio pie a la creación de los pulcinellini, y también a su doble femenino, Pulcinellessa. Este hermafrodismo acentúa su alteridad. Personaje transgresor por excelencia, asociado a la figura del diablo, obedece a su maestro, aunque también se enfrenta a él. Aunque la mayor parte del tiempo está sin blanca, este personaje astuto y deshonesto inventa estratagemas para conseguir lo que quiere, y comer, pero es también el lamentable pero simpático bobo que es víctima de sus adinerados enemigos bajo los ojos enternecedores de Colombina. Se transforma a menudo, cambiando a todos los roles, pero sin renunciar jamás a su insolencia y a sus diabluras en calidad de generoso salvador a servicio del bien. Este rasgo de su forma de ser, además del de enamorado frustrado, fue acentuado en los pulcinellate del teatro de títeres a partir del siglo XVIII.

Después de Silvio Fiorillo, quien es, al parecer, el inventor de la máscara a finales del siglo XVI, fue Andrea Calcese (conocido como Ciuccio) que lo interpreto por primera vez en un teatro de verdad al final de las fiestas del carnaval de Nápoles, el 16 de abril de 1618. En sus comienzos, el títere hizo su aparición en esta ciudad a mediados del siglo XVII, conservando su media máscara negra, su amplia camisa y su gorra blanca, pero sin joroba. Así nació la tradición napolitana de los guarattelle, como se les llama a las obras de Pulcinella, tradición que aún perdura hoy en día. Llevado por los comediantes ambulantes de los espectáculos de feria, Pulcinella emigró, primero en Italia, a Roma (a partir de la década de 1620), a Emilia-Romaña, a Venecia (donde dio su nombre al espectáculo de títeres llamado  puricinei, y fue muy popular en la plaza de San Marcos), adaptándose en cada momento a su nuevo entorno y a la lengua local. Se propagó al mismo tiempo por Europa. En la década de 1640, Bricohé mostraba su equivalente francés en París, mientras que Pietro Gimonde, conocido como “signor Bologna” lo introdujo en Múnich en 1656, y luego en Londres en 1662. En Alemania, titiriteros como Johann Peter Hilverding fueron llamados “Pulcinella Spieler”, en Francia nació Polichinelle, en Gran Bretaña, gracias a Punchinello, crearon a Punch, mientras que en España se creó (más tardíamente) el término  purchinelas (véase Don Cristóbal). Aunque la commedia dell’arte fue decayendo a finales del siglo XVIII, el personaje fue preservado gracias a los titiriteros. En Nápoles, lo mostraban en las plazas públicas como el largo di Castello, y se convirtió en la estrella del teatro San Carlino, entre 1822 y 1876. En Roma, principalmente con forma de títere de guante, en la plaza Navona, antes de ser trasladado a los jardines de Pincio, pero también lo utilizaron como títere de hilos y en teatrillos privados además de en el teatro Fiano, e incluso como entremés cómico en las obras de caballería, sacadas de obras de Ariosto o de Boiardo. El repertorio de títeres privilegiaba sin embargo, las historias de amor en las que Pulcinella aparecía a menudo en el rol del pretendiente con mala suerte, condenado a la muerte, y después salvado por Colombine, quien finalmente accede a casarse con él. También podía convertirse en mucho más agresivo y vengativo, y tomar el rol del justiciero en violentos duelos. El titiritero napolitano más famoso del siglo XIX fue Michele Braone, quien actuaba en el barrio de Molo. A comienzos del siglo XX, Antonio Zampella fue particularmente conocido. Su hijo Nunzio perpetuó la tradición hasta la década de 1980, un repertorio salvaguardado por Bruno Leone, quien grabó algunos espectáculos y creó varios textos en La Guarattella: burrattini e burattinai a Napoli (Bolonia, 1986). También se conservan libretos como La Mappata di panni, Il Cane (El perro) Il Fidanzamento di Pulcinella (Los esponsales de Pulcinella) La Morte (La muerte), L’Arresto (El arresto) La Confessione (La confesión) y L’Impicaggione (El ahorcamiento). Sin embargo, en la medida en que los espectáculos se fueron dirigiendo a un público de mayoría infantil, el personaje ha ido perdiendo parte de su complejidad. Hoy en día, convertido en una figura casi universal, pero transformado en cada país en un personaje nacional específico, Pulcinella sigue existiendo en Italia. En Nápoles, en el Istituto delle guarattelle, bajo la dirección artística de Bruno Leone, el títere ha resurgido con una temporada teatral regular, además de en su museo que presenta una exposición permanente, Pulcinella burattino del mondo. En Roma, además de Carlo Piantadosi en el Janículo, el teatro San Carlino, fundado en Turín en 1979 y retomando el nombre del famoso teatro napolitano, presenta unas treinta obras en su teatro, creado en 2004 en Villa Borghese (en Pincio). Fuera de allí, la compañía Arrivano dal mare del boloñés Luca Ronga es conocido por su Pulcinella e l’organetto, un espectáculo que tuvo una buena acogida en 2003, y que por lo tanto ha participado en la salvación de la tradición.

Bibliografía

  • Bragaglia, Anton Giulio. Pulcinella. Roma: Casini, 1953.
  • Duchartre, Pierre-Louis. La Commedia dell’arte et ses enfants. Paris: Librairie théâtrale, 1955, pp. 194-210.
  • Greco, Franco Carmelo, ed. Pulcinella, maschera del mondo. Pulcinella e le arti dal Cinquecento al Novecento. Napoli: Electa, 1990.
  • Leone, Bruno. “Dans les secrets de Pulcinella”. Mû, l’autre continent du théâtre. No. 14.Paris: THEMAA, 1999.
  • McCormick, John; Alfonso Cipolla y Alessandro Napoli. The Italian Puppet Theater – A History. Jefferson (NC): McFarland & Co., 2010.
  • Scafoglio, Domenico, and Luigi Maria Lombardi Satriani. Pulcinella. Il mito e la storia. Milano: Leonardo, 1990.