Titiritero y director de compañía alemán. Contable de formación, Max Jacob fundó en 1921 la compañía de Hartensteiner Handpuppenspiele (Espectáculos de títeres de guante de Hartenstein, Saxe) en el marco del Movimiento sajón de la juventud. Tras desplazarse a Hohnstein en 1928, la compañía pasó a llamarse Hohnsteiner Handpuppenspiele y se convirtió en una de las más importantes en Alemania. Esta compañía contaba con numerosos admiradores e inspiraba a titiriteros de guante.

Max Jacob hacía de sus representaciones para niños y adultos un trabajo en grupo. Con dos o tres colaboradores en el teatrino, puso a punto una técnica precisa de manipulación y determinó una relación entre palabra y movimiento que subrayaba la importancia del potencial expresivo de las efigies. Desde el punto de vista de la escenografía, los decorados se redujeron a telones de colores para los bastidores y los segundos planos. Estos telones y los juegos de luz servían para mostrar el lugar de acción y para crear la atmósfera de cada escena. La colocación del decorado textil al fondo del escenario permitía utilizar toda la superficie escénica: el espacio de los títeres ya no estaba limitado a la parte delantera. De esta forma, había más espacio para los títeres y aumentaron los números de danza con coreografías meticulosas. En las comedias que él mismo escribió, Jacob estableció sólidos esquemas para las relaciones entre los personajes.

Los títeres, fabricados en madera por Theo Eggink (1901-1965), se utilizaban para las historias de Kasper y otros cuentos. Reinaba un ambiente amistoso, la intriga se desataba de manera divertida y siempre respetaba la moral. Con las sentencias (morales) improvisadas e impregnadas de actualidad, Jacob buscaba establecer un contacto entre la escena y el público y hacer que éste formara parte del desarrollo del espectáculo. Los comentarios de Kasper contribuían a establecer este contacto. Jacob se basaba en «el sentido común de cada uno», una especie de hilo mental entre la obra y el público, que orientaba la intriga y legitimaba las acciones. En una llamada discreta pero constante a la «bondad», a la «razón» y a la «humanidad pura» de cada uno, Max Jacob desarrolló un tono particular gracias al que obtenía la atención del público al que instruía al mismo tiempo que divertía. Los dos equipos que formaban los Hohnsteinere eran una compañía homogénea y económicamente viable. Gracias a sus prestaciones y a las buenas relaciones con los funcionarios de cultura del gobierno nazi, pudieron trabajar entre 1933 y 1945 con éxito notable. Tras la Segunda Guerra Mundial, Max Jacob continuó con su actividad en Hamburgo. Entre sus colaboradores, Friederich Arndt, Rudolf Fischer (1920-1998) y Harald Schwarz (1921-1996) crearon compañías independientes. Incluso en 1953, fecha en la que se jubiló, Max Jacob continuó siendo el representante a escala internacional del teatro de títeres alemán. Fue presidente de la UNIMA (Unión Internacional de la Títere) de 1957 hasta que murió en 1967. Es el autor de Mein Kasper und ich. Lebenserinnerungen eines Handpuppenspielers (Mi Kasper y yo. Recuerdos de un titiritero).