Decoradora-escenógrafa, realizadora, actriz-titiritera y directora polaca de teatro de títeres. Leokadia Serafinowicz estudió pintura en Wilno (actualmente Vilna) (1937-1939) y más tarde en Toruń (1945-1948). Debutó como titiritera en 1948 en el Groteska de Cracovia, y después como directora y decoradora en 1952. Dirigió el Wrocław en 1956-1958, y trabajó durante un tiempo en Banialuka de Bielsko-Biała (1958-1960). De 1960 a 1976, fue directora administrativa, directora artística y hasta 1979 consejera artística del Marcinek (Teatr Animacji w Poznaniu), en Poznań, donde llevó a cabo un teatro de primera fila dotado de un repertorio insólito gracias a la contribución de actores, artistas plásticos y músicos contemporáneos. Junto a sus colaboradores más cercanos, el actor y director Wojciech Wieczorkiewicz y el artista plástico Jan Berdyszak, creó Bal u profesora Bązyńskiego (En el baile del profesor Bączyński, 1960) de Konstanty Ildefons Gałczyński, O Kasi co gąski zgubiła (Kasia pierde sus os, 1967) de Maria Kownacka, en forma de ópera de títeres, Mątwa (El Pulpo, 1968) de Witkacy, Wesele (La Boda, 1969) de Stanisław Wyspiański, Siała baba mak (La anciana sembraba adormideras, 1969) de Krystyna Miłobędzka,y Wanda (1970) de Cyprian Kamil Norwid. Abandonó Poznań para dedicarse a la escenografía y crear junto a Wojciech Wieczorkiewicz espectáculos sobre las obras de títeres polacas o extranjeras, entre ellas Co z tego wyrośnie? (¿Qué pasará?, 1988) en el Arlekin de Łódź. Colaboró en películas de animación, impartió cursos de iniciación teatral para  niños, e interpretación en la universidad de Poznań, y en el departamento de títeres del PWST (Panstwowa Wyźsza Szkoła Teatralna Escuela de teatro) de Wrocław.

Había fundado, en los años 60, un activo centro de arte para niños en el seno del Marcinek y organizaba Konfrontacje teatralne (Encuentros teatrales) llamados más tarde Bienal de arte para los niños, donde artistas plásticos, autores, músicos y cineastas que trabajan para el público joven podían reunirse y confrontar sus experiencias.

Sus escenografías se centraban en el potencial de la metáfora, alejándose de lo literal, de seducciones del color y de la ilustración. Buscaba sus propuestas de interpretación en la factura del material empleado: madera, mimbre, papel, el traje del actor. Con su rigor y moderación, fue, citando las palabras de Edward Gordon Craig, una “artista del teatro”.