Titiritero mexicano. Llamado Maestro Lago por sus colegas y Señor Guiñol por los niños de los pueblos que acogían con grandes gritos a la troupe itinerante en la que ocupaba el rol de maestro de ceremonias. Roberto Lago se interesó por los títeres a los treinta años, al principio de la década de 1930. Acababa de volver a México tras haber pasado varios años en París, cuando un amigo le propuso la idea de crear un grupo de teatro para niños junto al escultor Germán Cueto y su mujer Lola. Estos artistas, a los que se unió el pintor Julio Castellanos, comenzaron a manipular títeres de hilos antes de adoptar definitivamente los títeres de guante. Su primera obra fue El gigante Melchor, escrito por Elena Huerta, y con títeres de Enrique Asad. Fue en aquella ocasión cuando Roberto Lago talló sus primeras cabezas de títeres para una obra titulada La invernada de los animales. Seducido por las relaciones que podía entablar con otras artes como la pintura, la danza, el teatro y la literatura, Roberto Lago decidió seguir por esta vía, y su grupo de titiriteros participó modestamente en lo que fue llamado el “renacimiento” del arte mexicano, relacionándose con coreógrafos, compositores y con los pintores de murales Diego Rivera y Alfaro Siqueiros, cuyas mujeres (Angélica Beloff, pintora, diseñadora y autora de un libro sobre el teatro “guiñol”, y Graciela Amador, respectivamente) eran también miembros de aquel primer núcleo de artistas. En la presentación de un espectáculo en casa de Germán Cueto, y en presencia del ministro de educación, se formaron dos pequeñas compañías; Roberto Lago se asoció con la compañía del matrimonio Cueto, compuesto además, por Graciela Amador, Ramón Albas y Angélica Beloff. Las dos troupes fundadoras recibieron el apoyo del Departamento de Bellas Artes que los integró en su compañía oficial, el Teatro Guiñol del Instituto Nacional de Bellas Artes. Durante las décadas de 1940 y 1950, recorrió una gran parte del país y después, realizó varias giras internacionales por Venezuela y Estados Unidos. Roberto Lago también participó en grandes campañas de alfabetización creadas por el gobierno y, con la compañía El Nahual, presentó obras que se han convertido en grandes clásicos como ¡Ya viene Gorgonio Esparza! (1941); Don Juan Tenorio, de José Zorrilla y adaptado por Lago para títeres (1943) y La Guerra con Ventripond, tres espectáculos “históricos” en los que colaboró el pintor Gabriel Fernández Ledesma. El repertorio de la troupe de guiñol mexicano también contenía obras centradas en el personaje de Comino (la mayoría escritas por Germán List Azurbide) y espectáculos coreografiados, como Las gallinitas de Graciela Amador, El baile de las lagarteranas con títeres de Lola Cueto sobre una idea de Roberto Lago y Los marineros, con títeres de Lago y coreografía de los hermanos Contreras. Con su revista La Hoja del titiritero independiente difundida en América latina, Europa y Estados Unidos, dio un empujón a los intercambios entre artistas de diferentes países.

Además de las, aproximadamente, cuarenta obras que escribió para títeres, Roberto Lago llevó a cabo un trabajo de investigación sobre las tradiciones prehispánicas y sobre el teatro de títeres durante y después de la colonización (Títeres populares mexicanos, con ilustraciones de Lola Cueto, 1947, Teatro guiñol mexicano, 1956).

Bibliografía

  • Lago, Roberto. Títeres populares mexicanos. Introduction de Jean Charlot, ilustrado por Lola Cueto. México, 1947.
  • Lago, Roberto.  Teatro guignol mexicano. 3ª. ed. Ciudad de México: Federación Editorial Mexicana, 1987.